jueves, 2 de enero de 2014

58-Introspección.

Finalmente, llegó otra vez a orillas del río Nairanjana. Como había ocurrido la mañana de su iluminación, las ramas de los arboles se adornaban con el mágico brillo de la luz solar. Allí comenzaría, por fin, su verdadera batalla para propagar la Ley.
Las palabras de Buda seguían fluyendo de sus labios, exhortándolos a elegir el camino del medio, ni una extrema austeridad ni una vida dedicada exclusivamente a los placeres sensuales… y abandonar los ritos sacrificiales.
Ananda, pendiente de cada palabra que pronunciaba su amigo, empezó a preocuparse. Los poderosos brahmanes no aceptarían sus enseñanzas. Tenía que proteger a su viejo amigo, a Buda. Acaso comprendía las reacciones que suscitaría? Las consecuencias de sus palabras? Los brahmanes lo perseguirían. Sin embargo, sus alentadoras palabras merecían todas las batallas que pudiera provocar.
-Debéis seguir vuestro propio camino, nadie puede proporcionaros todas las respuestas.-dijo Buda, mirando a los asistentes con afecto y comprensión.-La vida es un perpetuo descubrimiento. El universo esta en el interior de todos vosotros. Cada uno crea la realidad y debe responsabilizarse de sus actos.
De pronto un hombre se levanto y se dirigió hacia él, tratando de formular una pregunta, pero no encontraba las palabras para expresarse.
-Ayúdame a comprender, Buda.-balbuceó al fin.-Podrías describir?-
Con una radiante sonrisa, Buda se agacho y tomo una flor. La contemplo en silencio y luego, con un gesto más elocuente que cualquier palabra, sostuvo la flor para que el hombre la observara, para que asimilara su belleza, para que intuyera…
A continuación se volvió hacia la multitud y dijo:
-Debéis ser la linterna que ilumine vuestro camino.-
Chandaka sonrió.
Ananda no podía apartar los ojos de su amigo, hechizado por su presencia. “Mirad dentro de vosotros mismos.” Que palabras extraordinarias! Y sin embargo, quizá tenía razón. Los brahmanes pondrán el grito en el cielo, pensó Ananda sonriendo, pero los vencerá con su fuerza y poder.
Anochecía. La sombra de Buda se hacia cada vez mas alargada, extendiéndose a través del parque, absorbiéndolo todo. Muy pronto su sombra se extendería por toda la tierra. El anaranjado resplandor de sol iluminaba su silueta, de pie sobre el promontorio, confiriéndole vida.
Tras sentar las bases de esta nueva organización religiosa, Siddartha se marcho de Banaras y viajo a Uruvilva, en la zona donde había logrado la iluminación; así, inicio lo que seria una extensa gira de propagación. Al respecto, es importante notar que no llevo consigo a la comunidad de sesenta seguidores que se había formado en la ciudad de Banaras. En cambio, instruyo a sus discípulos a que viajasen individualmente para predicar la ley en otros lugares, tal como el se proponía hacer en Uruvilva. Según las crónicas de los sutras, aconsejo a los seguidores que, habiendo todos logrado la iluminación suprema, cumpliesen su misión de ponerse en marcha para transmitir a otros estas enseñanzas extraordinarias y enseñar con su propio ejemplo la forma correcta de ponerlas en practica, inspirados en el deseo de impartir paz y felicidad al mundo. No debían salir en parejas ni en grupo, sino solos, tal como él haría, y comunicar las enseñanzas a la mayor cantidad de personas posible.
Además, la instrucción de Siddartha a sus discípulos de que partiesen individualmente, y no en grupo o de a dos, indica cuanto confiaba el Buda en la autodisciplina, el autocontrol y la libertad de acción de cada uno de sus seguidores. En la práctica de su filosofía, el Buda siempre apuntaba a los elementos positivos y activos, más que a la actitud pasiva. No quería que sus fieles fuesen simples receptores de la ley, sino vibrantes comunicadores de las enseñanzas. Quería que cada uno enseñara la ley a su propio modo, por iniciativa personal, de tal manera que, en este proceso, más que transmitir un mensaje a otros, arribaran a una fe y a un entendimiento mucho más profundos.